miércoles, 9 de julio de 2014

Colaboración: Los desposeídos de Ursula K. Le Guin

Idioma original: Inglés
Título original: The Dispossessed
Año de Publicación: 1974
Valoración: Muy recomendable

Dentro del género de ciencia ficción, existen novelas que entregan una historia que va más allá de la anécdota, son pequeños universos con diferentes aristas y cuya temática es perdurable a pesar del contexto temporal en el que fueron escritas. Así entonces, al hablar de Los Desposeídos, se podría describir la construcción de la sociedad utópica que se propone, o bien el origen de un artefacto llamado “Ansible” que tendrá consecuencias futuras importantes para esas sociedades interplanetarias, también se podría discutir la diferencia abismal entre las dos sociedades que se nos presentan, como una alegoría de lo que somos ahora. 

La historia de Shevek, el protagonista de la novela, ocurre en dos sitios contextualmente disímiles. Urras, es un planeta próspero y multicultural, de clima benigno y recursos naturales en abundancia. Y por el otro lado está Anarres, la luna de Urras, climáticamente agresiva, semi-desértica y aunque adaptada para la vida humana, es limitada en fuentes naturales. Y así como resulta tan contrastante su naturaleza y clima, de la misma manera son desiguales las sociedades que albergan. Urras es el prototipo de una sociedad capitalista y plural, Anarres es un solo pueblo, exiliado, cultural e ideológicamente aislado de su planeta madre (Urras) desde hace 200 años, pero que constituyen una comunidad cercana a la utopía. Con Anarres, Le Guin se inventa un mundo cerrado pero armónico, una sociedad sin propiedades ni posesiones individuales, que  está sustentada sobre un ideal filosófico convertido en realidad.

Shevek, oriundo de Anarres, es un físico teórico que durante la mayor parte de su vida adulta, intenta desarrollar su hipótesis matemática para un instrumento denominado Ansible. Por desgracia, en su mundo y sociedad no existen ni los recursos ni la visión política e ideológica para un proyecto así. Tras varios intentos y fracasos, se ve obligado a poner sus ojos en el cielo y embarcarse en un peligroso viaje hacia Urras, marcando un suceso histórico para ambas sociedades separadas desde hace 2 siglos. Shevek es el anarquista de dos mundos. En Urras por ideología, en Anarres por deseo de cambiar el sistema.

Le Guin construye esta novela en dos tiempos y dos sitios. Es el presente de Urras y el pasado en Anarres y su conjunción al final de la novela. Anarres nos habla del pasado del protagonista y la sociedad e historia de su luna. Urras es el presente en acción, en dónde un Shevek adulto nos muestra el otro planeta, aquel de dónde sus ancestros provienen. Estéticamente está armada como una especie de caduceo temporal y encaja con el tema que le apasiona al protagonista: la teoría física del tiempo. El diseño de la historia permite, además, mostrar los drásticos contrastes de ambas sociedades.

Esta novela, inscrita dentro de la llamada Nueva Ola de la ciencia ficción, la respaldan tres importantes premios dentro de su género: el Nébula, Hugo y Locus.

Firmado: Julieta Moreyra

También de Ursula K. Le Guin: Planeta de exilio, El día antes de la revolución, Quienes se marchan de Omelas

2 comentarios:

Tomás Rivera dijo...

Es un gran libro. Me fascinó sobre todo porque LeGuin es anarquista y taoista, y sin embardo es capaz de expresar las paradojas e incoherencias del anarquismo, que termina, en el caso de Anarres, siendo más restrictivo y alienante que los sistemas a los que se opone.

También es interesante el uso del lenguaje como reflejo de la ideología y como condicionante de la relación entre las personas y la sociedad. Por ejemplo, que en Anarres hayan desterrado los pronombres posesivos (en vez de "mi casa" decir "la casa en la que vivo")

Montuenga dijo...

Acabo de terminarla y, básicamente, pienso:

-Que todo el relato es un reflejo de cómo se veía la sociedad en la época de la guerra fría.

- Que literariamente cojea bastante. Por supuesto, es una reflexión interesante sobre el tipo de sociedad que queremos y está llena de buenas intenciones, pero cualquiera que la lea a partir de la adolescencia le ve las costuras fácilmente. Yo hubiera sido menos generosa, pienso que con un "Está bien" basta.